¿Cuándo comenzó el veraneo?
Las vacaciones y el veraneo son fenómenos ligados al concepto de ocio, y este se
considera una invención romana. Los esclavos hacían todo el trabajo duro
en los hogares de los patricios, los ciudadanos acomodados del Imperio,
que se convirtieron así en la primera clase social de la Historia que
se acostumbró a gozar del tiempo libre.
No es que los personajes
ricos y poderosos de Mesopotamia, Egipto y Grecia estuvieran más
ocupados que ellos; lo que ocurre es que los patricios romanos
presenciaron el nacimiento de una nueva corriente filosófica que
defendía el disfrute del ocio como la auténtica esencia de la vida
humana. Así, en el siglo I, Séneca escribió: “A nadie compadezco más que
a esos hombres atareados que viven negándoselo todo en la juventud por
no tener tiempo, y en la vejez por no deprimirse al ver lo que han
dejado de hacer en sus vidas”.
Los patricios romanos rendían culto al tiempo libre, y ese culto se hacía más intenso al llegar los meses del verano. ¿Por qué? Roma era la capital del mayor imperio del mundo, la metrópoli que iluminaba con su luz a los bárbaros. Pero en verano esa luz despedía olor a podredumbre por la fetidez que emanaba de sus cloacas y de las letrinas públicas. Según cuenta Petronio en El satiricón, el propio Nerón llegó a exclamar: “Qué insoportable olor despedirá la plebe ahora que llega el calor”.
Por eso, en junio la corte se trasladaba al palacio de Anzio, en la costa de Sicilia. Los patricios imitaron al emperador e iniciaron un éxodo veraniego hacia sus residencias en el sur. Uno de sus destinos preferidos era Pompeya, que se transformó en una típica ciudad de veraneo. Se edificaron lujosas villas, termas, piscinas, un anfiteatro y todo lo necesario para asegurar el bienestar de los más privilegiados. Tanto que algunos historiadores, como Thomas Viegel, califican a Pompeya como un antecedente de los actuales resorts turísticos. Un paraíso del relax que fue arrasado en el año 76 por la erupción del Vesubio.

Los patricios romanos rendían culto al tiempo libre, y ese culto se hacía más intenso al llegar los meses del verano. ¿Por qué? Roma era la capital del mayor imperio del mundo, la metrópoli que iluminaba con su luz a los bárbaros. Pero en verano esa luz despedía olor a podredumbre por la fetidez que emanaba de sus cloacas y de las letrinas públicas. Según cuenta Petronio en El satiricón, el propio Nerón llegó a exclamar: “Qué insoportable olor despedirá la plebe ahora que llega el calor”.
Por eso, en junio la corte se trasladaba al palacio de Anzio, en la costa de Sicilia. Los patricios imitaron al emperador e iniciaron un éxodo veraniego hacia sus residencias en el sur. Uno de sus destinos preferidos era Pompeya, que se transformó en una típica ciudad de veraneo. Se edificaron lujosas villas, termas, piscinas, un anfiteatro y todo lo necesario para asegurar el bienestar de los más privilegiados. Tanto que algunos historiadores, como Thomas Viegel, califican a Pompeya como un antecedente de los actuales resorts turísticos. Un paraíso del relax que fue arrasado en el año 76 por la erupción del Vesubio.
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