Galeano y Grass: con "G" de grandes.
La muerte ayer, 13 de abril, de dos de los grandes de las Letras sumió al mundo literario en una gran tristeza. Letras Vivas se suma con esta entrada a las diferentes semblanzas que de Gunter Grass y Eduardo Galeano llenan los medios de comunicación. Sirvan para ello estos dos fragmentos de sus obras.
GUNTER GRASS. EL TAMBOR DE HOJALATA.
" Pues sí: soy huésped de un sanatorio. Mi enfermero me observa, casi no
me quita la vista de encima; porque en la puerta hay una mirilla; y el
ojo de mi enfermero es de ese color castaño que no puede penetrar en mí,
de ojos azules. Por eso mi enfermero no puede ser mi enemigo. Le he
cobrado afecto; cuando entra en mi cuarto, le cuento al mirón de detrás
de la puerta anécdotas de mi vida, para que a pesar de la mirilla me
vaya conociendo. El buen hombre parece apreciar mis relatos, pues apenas
acabo de soltarle algún embuste, él para darse a su vez a conocer, me
muestra su última creación cordel anudado. Que sea o no un artista, eso
es aparte. Pero pienso que una exposición de sus obras encontraría buena
acogida en la prensa, y hasta le atraería algún comprador. Anuda los
cordeles que recoge y desenreda después de las horas de visita en los
cuartos de sus pacientes; hace con ellos unas figuras horripilantes y
cartilaginosas, las sumerge luego en yeso, deja que se solidifiquen y
las atraviesa con agujas de tejer que clava a unas penas de madera. Con
frecuencia le tienta la idea de colorear sus obras. Pero yo trato de
disuadirlo: le muestro mi cama metálica esmaltada en blanco y lo invito a
imaginársela pintarrajeada en varios colores. Horrorizado, se lleva sus
manos de enfermero a la cabeza, trata de imprimir a su rostro algo
rígido la expresión de todos los pavores reunidos, y abandona sus
proyectos colorísticos. Mi cama metálica esmaltada en blanco sirve así
de término de comparación. Y para mí es todavía más: mi cama es la meta
finalmente alcanzada, es mi consuelo, y hasta podría ser mi credo si la
dirección del establecimiento consintiera en hacerle algunos cambios:
quisiera que le subieran un poco más la barandilla, para evitar
definitivamente que nadie se me acerque demasiado".
EDUARDO GALEANO: EL MUNDO DE LOS ABRAZOS
"
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al
cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá
arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
- El mundo es eso - reveló-. un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con la luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay gente de fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores.
Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas; algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman, pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende... "
GUNTER GRASS. EL TAMBOR DE HOJALATA.

EDUARDO GALEANO: EL MUNDO DE LOS ABRAZOS

- El mundo es eso - reveló-. un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con la luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay gente de fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores.
Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas; algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman, pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende... "
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