LEER UN CUADRO: La muerte de Sardanápalo, de Eugene Delacroix
La mort de Sardanapalo. Óleo sobre lienzo. 1827. Museo del Louvre.
El cuadro que contemplamos pertenece al movimiento que en literatura y arte se ha denominado como Romanticismo, que nace como contraposición al racionalismo y espíritu crítico del Neoclásico. El movimiento romántico supone una renovación técnica y de ruptura de las rígidas leyes que los neoclásicos habían aplicado.
Surgen diferentes técnicas (óleo, acuarela, grabado, litografía, etc...). También se valoran las texturas, con pinceladas muy libres y rugosas. Se recupera la potencia del color en detrimento de la línea, liberándose las formas y los límites definidos, lo que alcanzará su culmen en el Impresionismo. Las composiciones tienden a ser dinámicas, marcadas por la línea curva y la tensión dramática. Se innovan los temas, que se abren al exotismo, al misterio y al glorioso pasado medieval, con preminencia de Grecia y la Edad Media, así como lugares lejanos como el norte de África o la América salvaje, recuperando leyendas, monumentos, ruinas. Se utilizan elementos fantásticos y los fenómenos atmosféricos.
Respecto a su visión de la sociedad, el artista romántico defiende la libertad individual y la rebeldía.
En este contexto pinta Eugene Delacroix La muerte de Sardanápalo, obra que en su momento le costó las más duras críticas, y un lustro de ostracismo hasta que La libertad guiando al pueblo, cuadro pintado con ocasión de la Revolución de 1830 le reconcilió social y comercialmente.
Porque este cuadro retrata un momento considerado como escandaloso. El pintor se inspiró en un poema de Lord Byron, del mismo título, y en una narración del historiador griego Diodoro de Sicilia:
"Para no caer preso del enemigo, hizo instalar en su palacio una
gigantesca hoguera en la cuál puso su oro, su plata y todas sus
posesiones de monarca; se encerró con sus mujeres y sus eunucos en un
espacio habilitado en medio de la hoguera, dejándose así quemar con su
gente y su palacio".
La mezcla de erotismo y muerte, que ha incluído esta pintura en el llamado romanticismo negro, busca desatar las pasiones más absolutas, en un marco en el que se mezclan vestimentas, cuentos y fábulas de Oriente. La composición es muy luminosa, con diagonales compositivas que dan movimiento, violencia y dramatismo: unas curvas exageradas, el rojo exacerbado, que transmiten gritos, relinchos de caballos, mientras que el rey, impertérrito contempla la escena antes de beber el veneno que un criado lleva en una bandeja. Delacroix le prestó sus rasgos a Sardanápalo, añadiendo la barba y el brazo musculoso, identificándose de esta manera con este héroe legendario para los románticos.
MEJOR MORIR QUE VIVIR CAUTIVO
Ni los gritos de piedad, ni los
dolientes,
hacen al rey cruel arrepentirse,
refugiado en su lecho, sin cohibirse
prefiere la muerte a luchar valiente.
Rodeado de aquello que amó en vida,
sus esclavos, mujeres, sus caballos,
sus tesoros, sus arma, su serrayo,
entrega al fuego, aliado en su partida.
Sacrifica todo lo que es vivo,
que las llamas devoren los placeres,
no quede testigo en los enseres,
mejor morir que caer cautivo.
En su último día lo concibe,
a
sus pies su esclava favorita,
unida a él en triste cuita
Sardanápalo, rey de Nínive.
Artículo y poema Elena Muñoz//2018
Catalunya això sou.
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