LEER UN CUADRO: Lady Godiva, de John Collier

 Lady Godiva. Óleo sobre lienzo. Herbert Art Gallery. Coventry



En 1848 un grupo de escritores y artistas británicos fundaron la Hermandad Prerrafaelita, de corto recorrido pero de una gran influencia en la estética pictórica, que llegaría hasta principios del siglo XX, siendo considerados para algunos como la primera vanguardia.

Amantes de la naturaleza, de la sinceridad en el arte, de la perfección de la factura, se inspiraron en aquellos pintores anteriores a Rafael de Urbino (de ahí su nombre), dejándose llevar por la luz, los colores y la delicadeza de Fra Angélico, Boticelli, y la inspiración de la temática medieval. 

De hecho, las recreaciones cinematográficas con eco medieval que vemos en series y películas, están tomadas de muchos de los cuadros de estos artistas. Hagan, queridos lectores, la prueba recorriendo obras prerrafaelitas y viendo después algún fotograma de El el señor de los anillos o de Juego de tronos, por ejemplo.

Hay que señalar que John Collier, el artista que nos ocupa, no formó parte de la Hermandad, pero sin duda que su pintura y su concepción estética está dentro de los parámetros prerrafaelitas.

El cuadro que analizamos, Lady Godiva, ilustra a una leyenda medieval que nos traslada hasta el siglo XI.  Dicha leyenda cuenta la historia de una dama , esposa del señor de Coventry, que abrumada por la penuria de su pueblo, penuria que iba a ser acrecentada por la subida de impuestos, suplica a su marido que no lo haga. Este dice avenirse a ello con la condición de que Godiva se pasee desnuda por las calles del pueblo. Ella, a su vez, establece el óbice de que nadie puede estar ni verla. Es ese el momento que retrata Collier como si de una fotografía instantánea se tratara. Aunque sí hubo alguien que se atrevió a romper esa condición: Tom, el sastre, llamado desde entonces el mirón, y cuya osadía le costó, nunca mejor dicho un ojo de la cara.

A los ojos del espectador el lienzo nos muestra una composición ponderada, equilibrada a cada lado de una linea central, muchos dirían estática .No obstante, para quien sabe interpretarlo,la obra está llena de simbolismo. El caballo de color blanco, color de la pureza, pero con gualdrapa roja, color de la valentía, elegante, elevando su cabeza con orgullo por la mujer que cabalga sobre él. El anillo de casada que luce Lady Godiva en la mano que sujeta la brida, como único adorno en su cuerpo desnudo y, esbelto,  y que agacha la cabeza con recato, indicando su sacrificio, su honor y su decencia. Y por último, el silencio, que llena todo el cuadro, de la calle vacía.



 RELATO

Una mujer valiente.


A lo lejos el rumor cadencioso del paso de un caballo rompe el silencio sacro de la calle vacía. Nadie, ni hombre, ni mujer, ni criatura creada por Dios, atisba tras las ventanas cerradas. Nadie se asoma a la puerta para ver pasar  a Lady Godiva despojada de cualquier vestido que la cubra.

El equino se acerca engalanado como si fuera a un torneo. La gualdrapa roja y gualda señalando la nobleza de su casa; las bridas color oro en nada desmerece la bella modestia de su ama, que a pesar de ir desnuda de telas, va vestida con la dignidad que adorna una causa justa. El resonar de los cascos marca también el ritmo del corazón valiente de la dama que ha retado a su esposo por el bien de su pueblo.

Con un relincho el caballo alza orgulloso la cabeza como si supiera que en su grupa cabalga una heroína en el silencio de su reto cumplido.

Nadie, ni hombre, ni mujer, ni criatura creada por Dios osa atisbar… ¿Nadie? Solo un bribón canalla con su lasciva mirada quiere romper ese momento  sagrado: Tom, el sastre.

Aunque…, un momento… Apartemos también nosotros la vista, ¡rápido!, antes de que alguien se percate… No sea que nos pase como a Tom “el mirón”, y nos quedemos tuertos.





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